El elefante encadenado

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.

Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a alguna tía por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia:

—Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree —pobre— que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

—Y así es, Demián. Todos somos un poco como ese elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas “no podemos” simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez, probamos y no pudimos. Hicimos, entonces, lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO… NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma: ¡NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ!

Jorge hizo una larga pausa; luego se acercó, se sentó en el suelo frente a mí y siguió: Esto es lo que te pasa, Demián, vives condicionado por el recuerdo de que otro Demián, que ya no es, no pudo. Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón… …TODO TU CORAZÓN.

Déjame que te cuente… (Jorge Bucay)

El rey ciclotímico

Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: era un rey con dos personalidades.

Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas. En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos.

Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.

Sin embargo, había también otros días. Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado. Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza.

Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores… Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO.

Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.

—Señores —les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera. Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.

Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey. Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso.

Esa noche el rey lloró. A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.

—Majestad —dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio. Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero. El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.

—Gracias —dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico?

—Por cierto lo es —respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo… Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo. El rey tomó el anillo y leyó en voz alta: Debes saber que ESTO también pasará.

Déjame que te cuente… (Jorge Bucay)

El verdadero valor del anillo

—Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo: —Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después… —y haciendo una pausa agregó— Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

—E… encantado, maestro —titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien —asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó —toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado —más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.

Entró en la habitación. —Maestro —dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

—Qué importante lo que dijiste, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: —Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

¡¿58 monedas?! —exclamó el joven. —Sí —replicó el joyero— Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente… El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

—Siéntate —dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

Déjame que te cuente… (Jorge Bucay)

Unidades SSD en ordenadores «antiguos»

Hola a todos, ante todo y antes de empezar esta entrada, me gustaría pedir perdón por haber sido un tanto mal educado y poco cortés por no haber felicitado este año nuevo 2014 como bien se debía hacer… Sí, lo sé, días he tenido pero… No siempre es fácil encontrar el momento idóneo para poder pararse a escribir algo por aquí…

Así pues, espero que no lo tengáis demasiado en cuenta y que logréis perdonarme por mi rudeza, y que sobretodo, estéis teniendo una buena entrada de año nuevo y que este año pueda ser igual o mejor que el 2013 que hemos pasado (¡esperemos que sea mucho mejor!)

Ahora sí, dejémonos de rollos y…¡vamos al lío!

Primero, para entrar en materia, haremos una breve introducción de lo que son las unidades de estado sólido (SSD, acrónimo en inglés de Solid-State Drive) y cómo no, para ello recurriremos a nuestra fiel compañera de batalla Wikipedia:

Una unidad de estado sólido es un dispositivo de almacenamiento de datos que usa una memoria no volátil, como la memoria flash, o una memoria volátil como la SDRAM, para almacenar datos, en lugar de los platos giratorios magnéticos encontrados en los discos duros convencionales.

En comparación con los discos duros tradicionales, las unidades de estado sólido son menos sensibles a los golpes, son prácticamente inaudibles y tienen un menor tiempo de acceso y de latencia. Las SSD hacen uso de la misma interfaz que los discos duros y, por lo tanto, son fácilmente intercambiables sin tener que recurrir a adaptadores o tarjetas de expansión para compatibilizarlos con el equipo.

Unos puntos que he encontrado también en la misma página nos muestran las ventajas y desventajas que tienen estas unidades respecto a las unidades convencionales (los discos duros mecánicos, vamos, los de toda la vida):

Ventajas

  • Arranque más rápido, al no tener platos que necesiten tomar una velocidad constante.
  • Gran velocidad de escritura.
  • Mayor rapidez de lectura, incluso 10 veces más que los discos duros tradicionales más rápidos.
  • Lanzamiento y arranque de aplicaciones en menor tiempo – Resultado de la mayor velocidad de lectura y especialmente del tiempo de búsqueda. 
  • Menor consumo de energía y producción de calor – Resultado de no tener elementos mecánicos.
  • Sin ruido – La misma carencia de partes mecánicas los hace completamente inaudibles.
  • El rendimiento no se deteriora mientras el medio se llena
  • Menor peso y tamaño que un disco duro tradicional de similar capacidad.
  • ResistenteSoporta caídas, golpes y vibraciones sin estropearse y sin descalibrarse como pasaba con los antiguos discos duros, gracias a carecer de elementos mecánicos.
  • Borrado más seguro e irrecuperable de datos; es decir, no es necesario hacer uso del Algoritmo Gutmann para cerciorarse totalmente del borrado de un archivo.

Limitaciones

  • Precio – Los precios de las memorias flash son considerablemente más altos en relación precio/gigabyte, la principal razón de su baja demanda. Sin embargo, esta no es una desventaja técnica. Según se establezcan en el mercado irá mermando su precio y comparándose a los discos duros mecánicos, que en teoría son más caros de producir al llevar piezas metálicas.
  • Menor recuperación – Después de un fallo físico se pierden completamente los datos pues la celda es destruida, mientras que en un disco duro normal que sufre daño mecánico los datos son frecuentemente recuperables usando ayuda de expertos.
  • Vida útil – En cualquier caso, reducir el tamaño del transistor implica reducir la vida útil de las memorias NAND, se espera que esto se solucione con sistemas utilizando memristores.

Bien, una vez vista la definición básica y los pros y contras, observamos que un SSD nos puede ofrecer características superiores a un disco duro tradicional traduciéndose en resistencia, silencio y menor tiempo de acceso y de latencia.

Aquí podemos observar la diferencia interna entre un SSD (en la imagen se encuentra en la parte izquierda) y un HDD (Hard Disk Drive, situado en la parte derecha de la imagen) de forma interna (diferencia ya comentada en la misma definición anteriormente dada, pero bien, una imagen siempre vale más que 1.000 palabras):SSD-HDD

Ahora es cuando entra en juego algo importante…

Si nos queremos comprar un ordenador nuevo o bien un portátil, está claro que uno de los dispositivos que va a ser totalmente indispensable es el de hacer uso de un SSD para maximizar su rendimiento pero… Si resulta que, ¿no queremos o mejor dicho no podemos permitirnos el capricho de tener un equipo nuevo?

Pues aquí es cuando se nos empieza a plantear la duda… ¿Un cambio de disco nos ofrecerá un rendimiento superior apreciable del que disfrutamos con un equipo que tenga unos 6 u 8 años de antigüedad?

La respuesta irremediablemente es sí pero, lógicamente, con matices.

A partir de aquí os explicaré mi experiencia y los resultados que he tenido y seréis vosotros los que a partir de la información explicada lo traspoléis a vuestro caso en concreto.

Para ello nos basaremos en un proceso a seguir que nos llevará a la compra inestimada de nuestro SSD y a su puesta en funcionamiento.

¿Qué hacer antes de comprar un SSD?

Antes de ni tan siquiera empezar a buscar SSD’s, precios y gamas de productos, miraremos algo imprescindible para que nuestro SSD funcione: los puertos SATA de nuestra placa base.

Ahora claro, quizá nos surge otro «problemilla»:

¿Qué es un puerto SATA?

Pues bien, antes de empezar deberemos buscar en nuestra placa estos conectores:

SATA

O bien buscar en las especificaciones técnicas de la placa (para ello simplemente nos bastará con conocer el modelo de la placa). En el caso de que fuera un portátil simplemente tendremos que basarnos o bien en las especificaciones o en la forma que se conecta nuestro disco duro. Para ello procederemos a la apertura de la zona donde se encuentra el disco, lo extraeremos de la ranura donde esté insertado y nos fijaremos cómo es:

sata_25

Si tiene este tipo de conectores se trata de una conexión SATA, por el contrario, si observamos algo diferente a la imagen desgraciadamente estaremos hablando de una conexión IDE y por tanto no podremos seguir avanzando pasos.

Bien, una vez hemos descubierto si tenemos posibilidad de conexión de disco mediante SATA tendremos que conocer el tipo de conexión que tenemos.

Actualmente, existen tres tipos de conexiones SATA:

  • SATA I 1,5 Gb/s
  • SATA II 3 Gb/s
  • SATA III 6 Gb/s

Estas conexiones hacen referencia a las velocidades de MB/s que se pueden alcanzar con cada una de ellas:

  • SATA I 1,5 Gb/s: 150 MB/s
  • SATA II 3 Gb/s: 300 MB/s
  • SATA III 6 Gb/s: 600 MB/s

Como bien hemos comentado cuando definíamos las características de un disco SSD es que éste puede alcanzar velocidades de lectura y escritura mayores que un HDD convencional, así pues, será muy importante el «nivel» de SATA que tengamos, pues cuanto más alto sea, mayor será el rendimiento que extraigamos de él.

Para ello tendremos que buscar en las especificaciones técnicas de nuestra placa y averiguar qué tipo de conexión SATA poseemos.

Ahora bien, una de las dudas que os puede surgir (como a mí bien me surgió) es la siguiente:

¿Un SSD es compatible con los puertos SATA I, SATA II y SATA III?

La respuesta, según he indagado es que sí, pero con matices.

  • CASO 1: Si tienes un puerto SATA I, mejor que no uses en el sistema un dispositivo SSD, porque no conseguirás unos grandes resultados (sobretodo por la velocidad limitada que se puede alcanzar).
  • CASO 2: Si tienes un puerto SATA II os puedo aconsejar personalmente que os va a ayudar (aunque también dependerá del tipo de ordenador que tengamos).
  • CASO 3: Si tienes un puerto SATA III indiscutiblemente favorecerá al sistema, y puesto que los SATA III fueron los últimos a incorporarse en el mercado, tu equipo se tratará de un equipo «relativamente» nuevo.

Resumimos pues:

Antes de adquirir un SSD  buscaremos si poseemos conexión SATA en nuestro ordenador o portátil y si es así indagaremos en el tipo de SATA a través de las especificaciones técnicas. Si poseemos un SATA I, mejor que busquemos otra solución en nuestro equipo que no un SSD, en cambio si poseemos un SATA II o bien un SATA III, la opción de SSD para usar como dispositivo de almacenamiento de nuestro sistema operativo empieza a tener un gran sentido y con un gran atractivo.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que para poder extraer un rendimiento óptimo, el ordenador que tengamos sea un ordenador «apto«. Como no os sabría poner qué «plantilla» seguir para decidir si vuestro ordenador es suficiente o no, os pondré las especificaciones básicas de mi ordenador:

  • Pentium Core 2 Duo E4500 2.2GHz (procesador que salió al mercado el 22 de julio de 2007).
  • 3 GB de RAM (la memoria RAM es importante, y es posible que vuestro antiguo ordenador tenga 1 ó 2 GB de RAM, por lo que os aconsejo que antes de cambiar el disco duro, si tenéis menos de 3 GB ampliéis, porque tampoco os arrepentiréis).
  • Conexión SATA II (300 MB/s) (al tratarse de un ordenador algo antiguo, la conexión de la que puedo gozar es ésta).
  • Gráfica recientemente adquirida, totalmente básica, con salida HDMI para usarla como ocio y poder ver mis películas y series favoritas en mi televisor de 26».

Personalmente os puedo decir que si poseéis un ordenador así o parecido, notaréis un buen cambio y un rendimiento muy bueno en los tiempos de acceso de vuestro ordenador, porque no sólo depende del tipo de conexión sino de la diferencia de tiempos de acceso entre un SSD y un HDD.

A partir de aquí será vuestra decisión decidir si vuestro equipo es suficientemente bueno o no para tener un buen rendimiento frente a un SSD.

Por poneros un ejemplo, tengo también un portatil ASUS Eee Pc 1011PX, pero puesto que tiene un procesador «lento» (un ATOM) la decisión tomada es que no merece la pena cambiar el disco que lleva por un SSD, porque no notaríamos apenas diferencia, pues el procesador tiene un papel muy importante a la hora de poder apreciar diferencias significativas en el rendimiento a adquirir.

Pero repito, no me quiero mojar mucho en estos temas, y como tampoco soy un entendido, simplemente os puedo decir que si vuestro ordenador tiene unas especificaciones como el mío o superiores, no os arrepentiréis.

Si os digo la verdad, yo me la quise jugar, porque tampoco supe encontrar una fuente que me asegurara un buen rendimiento… Y ahora, aquí estoy con mi SSD y para mí, aunque no alcance las velocidades óptimas de lectura y escritura, es una gozada y se nota.

Ahora sí, ¿qué SSD debemos comprar?

Bien, ahora que ya conocemos algo más de lo que es un SSD y lo que debemos tener en cuenta antes de comprarlo, procederemos a su compra.

La verdad es que este apartado os lo dejo en vuestras manos y siempre será vuestra elección qué comprar y qué no comprar, pero os daré mi opinión:

Teniendo en cuenta que se tratan de unidades que no son relativamente baratas, y teniendo en cuenta que simplemente queremos mejorar el rendimiento y la vida de nuestro ordenador «antiguo» no vamos a necesitar un SSD de último grito ni con grandes especificaciones en lecturas y escrituras.

A la hora de elegir mi unidad, me basé en un precio aceptable y que el dispositivo en sí, tuviera unos buenos comentarios por parte de los usuarios que lo habían comprado.

Kingston V300Por eso decidí adquirir el SSD Kingston V300, que no posee unas grandes especificaciones pero que es totalmente suficiente para mi equipo (ya que alcanza unas velocidades de escritura y de lectura de 450 Mb/s).

Ahora bien, entra en duda la capacidad. Cuanta más capacidad tenga el dispositivo más caro será. Debéis tener en cuenta que lo más importante es tener el sistema operativo y los programas que utilicemos dentro de él, mientras que los datos y demás archivos que tengamos, no influirá en cuantía en el lugar que los tengamos colocados. Por ese mismo motivo, una de las opciones es la de comprar un dispositivo SSD «pequeño» (120 GB son más que suficientes si utilizamos nuestro ordenador para trabajar y para tareas de ocio) y un disco de 1 TB (por ejemplo) externo o bien interno SATA HDD para tener en él nuestros datos, películas, series y demás.

Así pues, mi decisión fue un Kingston V300 de 120 GB por un valor de 68,68€ en Amazon (un precio muy competitivo tal y como está el mercado actual de los SSD).

¿Necesitamos algo más?

Bien, si queréis utilizar el dispositivo en un portátil simplemente substituiremos el disco de 2.5» HDD por el disco de 2.5» SSD y ya tendremos la faena realizada.

Ahora bien, si por el contrario queremos colocarlo en nuestro ordenador, necesitaremos un adaptador para disco de 2.5» puesto que los orificios para colocar discos en nuestra caja (torre) seguramente sean para 3.5» y no para 2.5».

Simplemente pues, compraremos un adaptador (no nos costará más de 10€), que no es más que un trozo de metal que sujeta el disco de 2.5» con unos tornillos y que se ancla en las aperturas de 3.5» que tenemos en nuestra caja de ordenador.

Aquí os dejo una captura de lo que adquirí (disco SSD y su adaptador):

SSD y adaptador

También deberéis tener en cuenta en adquirir un cable SATA si no estuvierais en posesión de uno, puesto que normalmente estos discos vienen sin él.

Cable SATA

Instalación del sistema operativo

Ahora deberemos instalar en él el sistema operativo. Tenemos dos opciones:

  • Instalar el sistema operativo desde cero.
  • O bien pasar nuestro sistema actual al disco SSD.

La segunda opción es algo más rebuscada, pues tenemos que copiar íntegramente el contenido de un disco hacia otro y además, tendríamos que modificar unas características de Windows 7 para que el rendimiento del dispositivo fuero óptimo.

Vaya, se me olvidó comentar… Es preferible que el SSD lo utilicéis con Windows 7, ya que es un sistema que está optimizado y usa características que lo compatibilizan con un SSD mientras que otras versiones (anteriores a Windows 7) no os darán mejores resultados.

Bueno, también deciros que lo podéis utilizar con otros sistemas (por ejemplo el sistema operativo Linux) lo que pasa que de ello no tengo tanta información para aconsejaros cuál sería la mejor distribución a usar (como bien os comenté no estoy muy enterado de todos estos temas).

Así pues, siguiendo con un sistema Windows 7, os aconsejo la primera opción: una instalación limpia del sistema (observaréis que el sistema se instala en un momento comparado a lo que tardaba con los antiguos HDD).

Ahora, una vez tengamos el sistema instalado, otro de los puntos que tendremos que tener en cuenta es la desactivación de la desfragmentación del disco, pues al tratarse de un SSD, la desfragmentación perjudica gravemente la salud y vida útil de este (al contrario que si la desfragmentación la hacemos a un HDD).

Para ello simplemente nos dirigiremos a «Equipo > Disco del sistema (SSD) > Botón derecho > Propiedades«:

Clicar en desfragmentar ahora

En la siguiente ventana, simplemente tendremos que desactivar la desfragmentación automática del disco SSD:

Desfragmentación desactivada

Y bien… Esto es todo lo básico… Aunque, otra de las opciones importantes es activar el AHCI, siglas de Advanced Host Controller Interface, que favorecen en gran medida el rendimiento de nuestro SSD.

Para ello tendremos que entrar en la BIOS, el «programa de la placa base» y buscar en la configuración la activación de AHCI.

Por desgracia, yo no lo poseo en mi placa, y no os puedo dar mucha más información respecto a ello. Simplemente sé que es un aspecto importante a tener en cuenta y a activarlo siempre que sea posible.

Experiencias personales de rendimiento comentadas

Ahora os comentaré mi experiencia personal en cuanto a la diferencia de cuando usaba un HDD y ahora que uso un dispositivo SSD.

Deciros que antes del cambio, tenia un HDD MAXTOR STM380215AS  de 80 GB, un disco antiguo y malo en cuanto a lecturas y escrituras, antes pero, tenía un disco de 1 TB que iba algo mejor, así que la diferencia que noto es aún mayor que si hubiera podido conservar el disco de 1 TB (que por desgracia acabó «explotando»).

De forma general el sistema en arranque ha mejorado muchísimo:

  • Con un HDD: Arrancar Windows desde 0 y abrir, por ejemplo, Chrome para empezar a navegar tardaba 2 minutos y 40 segundos, y el sistema todavía no iba del todo fluido.
  • Con un SSD: Arrancar Windows desde 0 y abrir Chrome, no tarda mucho más de 45 segundos y la fluidez de nuestro ordenador es inmediata una vez iniciado el sistema, es decir, que no notamos la ralentización inicial que sufrimos con un HDD.

La disminución del ruido:

  • Con un HDD: Siempre se oía el rasgado de aguja y el giro del HDD constante.
  • Con un SSD: Apenas se logra escuchar algún sonido procedente de él.

Y sobretodo, las velocidades de lectura y escritura. Para ello os mostraré unas imágenes relativas a mi antiguo HDD y mi nuevo SSD:

Esta prueba está realizada con CrystalDiskMark:

MBS

Y esta otra con ATTO:

ATTO

Y ésta es una prueba de como iría realmente el dispositivo si estuviera conectado a un SATA 3 (imagen extraída de Amazon):

CrystaldiskMark Amazon

Con esto finaliza una entrada un tanto larga pero espero haberos podido ayudar o si más no, haberos podido orientar un poco en este tema ofreciéndoos información desde primera línea de fuego.

Dakota 20: BaseCamp

Antes de empezar, si has llegado aquí o bien es por fortuna o bien es porque vienes de otra entrada de mi blog. Si es por el último motivo no pasa nada, en cambio, si es por el primer motivo, te aconsejaría que siguieras el orden de lectura de mis entradas, de esta forma, tendrías toda la información que quiero compartir contigo más a mano. Así que te muestro el orden:

  1. Dakota 20: Primeras impresiones
  2. Dakota 20: Primeros pasos (manual básico y carga de rutas)
  3. Dakota 20: myGarmin y Garmin Connect
  4. Dakota 20: BaseCamp

Una vez presentados pasemos al tema de la entrada: BaseCamp. Según su página web, BaseCamp se puede definir de la siguiente forma:

Garmin® BaseCamp® ofrece una interfaz para ver los productos de mapas de Garmin y administrar los datos geográficos. Con BaseCamp, puedes hacer lo siguiente:

  • Transferir datos a y desde el dispositivo GPS.
  • Descargar y visualizar imágenes por satélite de BirdsEye™.
  • Crear, ver y editar waypoints, rutas y tracks.
  • Organizar los waypoints, rutas, tracks, geocachés e imágenes que se han guardado.
  • Buscar geocachés, direcciones y puntos de interés (POI) incluidos en los datos de mapas detallados.
  • Ver datos de mapa en 2D y 3D.
  • Ver la información topográfica incluida en los datos de mapas detallados.
  • Asignar geoetiquetas a fotografías con información sobre la ubicación geográfica.
  • Cargar fotografías a Álbumes Web de Picasa™.
  • Imprimir mapas topográficos detallados, cartografía pública del terreno y mapas en tamaño póster de varias páginas.
  • Importar y visualizar mapas personalizados de Garmin.
  • Descargar actualizaciones de software disponibles para el dispositivo.
  • Instalar mapas en el dispositivo.
  • Descargar, crear y compartir Garmin Adventures.
  • Utilizar BaseStation para rastrear contactos y perros en tiempo real en el mapa.
  • Gestionar POI personalizados.
  • Sincronizar tus datos con el almacenamiento en la nube.

Más información aquí.

Con esto nos queda claro que podremos administrar nuestros mapas y rutas de una manera más cómoda, total y completa, en comparación con nuestro Dakota o Garmin Connect.

Me gustaría remarcar que esta entrada simplemente está creada para familiarizaros con el programa, y no pretende ser un manual extenso sobre el uso que le podamos dar. Considero que para ello, cada uno tiene que investigar e ir probando poco a poco las diferentes funcionalidades que aparecen en el programa.

Empezamos con nuestra visita guiada:

Panel de control

Lo podemos encontrar en la parte izquierda del programa, se trata de una barra lateral que ocupa aproximadamente menos de un tercio de nuestra pantalla. En esta pantalla podremos encontrar y gestionar nuestras rutas (tracks).

Para poder ver los tracks que tenemos guardados en nuestro Dakota 20, lo primero que deberemos hacer será conectar el dispositivo mediante el cable USB proporcionado. Una vez conectado, el programa nos detectará el Dakota:

Panel

En mi caso, como ya os comenté me compré el dispositivo con una tarjeta microSD con los mapas TOPO ESPAÑA v4, y eso es lo que se observa en en la imagen:

  • Por una parte tenemos la memoria interna del Dakota (carpeta de almacenamiento interno).
  • Por otra parte tenemos la tarjeta microSD detectada, con una carpeta de datos de usuario y un icono bajo el nombre de GMAPSUPP. Este icono es el archivo «*.img» que se encuentra en la microSD (el mapa Topoespaña v4). Como veis, la primera vez que el programa detecte los nuevos mapas que tengamos en el Dakota, aparecerá una barra de progreso verde bajo la denominación GMAPSUPP. Este proceso simplemente viene a significar que el programa está trabajando para que cada vez que conectemos el dispositivo al BaseCamp, los mapas del Dakota puedan ser visionados también en el programa.

Mapas Dakota 20

En mi caso me compré los mapas para el Dakota, pero no el instalable para PC. Con esto quiero decir que para acceder al TOPO ESPAÑA necesito conectar obligatoriamente el Dakota al PC.

Bueno, parece ser que se activó una alarma y por consiguiente generó una pregunta inesperada: ¿Es necesario comprarse los mapas?

La respuesta a esta pregunta… Como siempre, no es fácil. Digamos que os pondré mi experiencia, y a partir de aquí, vosotros podréis decidir:

Antes de adquirir el Dakota 20, apenas tenía información sobre lo que eran estos dispositivos. Por desinformación, compré los mapas Topo España v4 de GARMIN (que venían de «oferta» con el dispositivo).

Con el paso del tiempo, empecé a informarme sobre todos los temas relacionados con este tipo de dispositivos y la verdad es que existen opciones, totalmente gratuitas, a la hora de poder obtener mapas, totalmente funcionales con nuestro Dakota. 

Como bien os comentaba anteriormente, el mapa Topo España solo lo podía utilizar si el Dakota estaba conectado, con lo cual, busqué una alternativa para poder administrar y gestionar tracks con un mapa instalado en mi PC. Así pues encontré Topohispania:

¿Qué es Topohispania?

Topohispania es un conjunto de mapas a escala de España. Según la página oficial de Topohispania encontramos que:

«[…] la base de estos mapas se ha realizado a partir de información suministrada por el ©INSTITUTO GEOGRÁFICO NACIONAL DE ESPAÑA (2009), siendo este organismo el autor y propietario de la información geográfica, con licencia de uso no comercial según lo establecido en la orden FOM/956/2008, de 31 de marzo (BOE 8 de Abril). Por tanto, los autores de estos mapas no solicitan ni reciben pagos, subvenciones ni obtienen beneficio económico alguno».

Página oficial: http://www.elgps.com/foroGPS/viewtopic.php?f=41&t=8646

¿Cómo instalarlo?

Simplemente descargar los archivos que se ofrecen en su página oficial. Una vez descargados todos los paquetes, al descomprimirlos se obtendrá un archivo ejecutable. Dicho archivo, deberá ser ejecutado como administrador, y una vez ejecutado, simplemente habrá que seguir los pasos que nos dicte. Con ello, se nos instalarán automáticamente los mapas en BaseCamp.

Una vez instalado, si no nos aparece directamente al abrir BaseCamp, lo buscaremos en el menú superior: Mapas>TOPOHISPANIA.

Ahora, ya no será necesario tener conectado nuestro dispositivo para ver nuestras rutas en un mapa.

También es cierto que existe la opción de simular nuestro Dakota con un pendrive pero, no es cómodo tener siempre conectado un USB para que BaseCamp nos detecte nuestro mapa.

También comentaros que una vez obtenido el mapa Topohispania, podemos transferirlo a nuestro Dakota:

Mapas>Instalar mapas en tarjeta de memoria>Seleccionar el mapa a instalar.

Una vez escogidas las opciones, esperaremos a que el mapa sea generado por BaseCamp para su correcta lectura en nuestro Dakota. Con ello, una vez encendamos nuestro Dakota, buscaremos en la configuración el mapa que queramos cargar.

Con ello habremos llegado a una respuesta: no es necesario comprar los mapas de Garmin, pues de forma gratuita, podemos añadir mapas topográficos totalmente gratuitos y fiables.

¿Fue un error adquirir los mapas Topo España? No, porque gracias a ello he aprendido mucho más de lo que me esperaba.

También me gustaría añadir que según dicen es mucho más preciso y se actualiza más el Topohispania que el Topo España.

Datos en la nube (Garmin)

Esta es una opción bastante interesante, porque nos permite tener almacenados todos nuestros tracks en la nube, con un espacio personal de 150 MB, los cuales se sincronizarán automáticamente una vez insertados en su apartado correspondiente del programa.

Para poder activar la opción de «Datos en la nube» tendremos que iniciar sesión con nuestra cuenta de Garmin, que si bien recordáis, en entradas anteriores os comenté que era importante estar registrado, aquí tenéis pues otro motivo.

Nube Garmin

Una vez iniciada sesión, podremos acceder de una forma bien cómoda desde BaseCamp. En el panel lateral izquierdo, existe una opción a escoger que se llama «Almacenamiento en la nube«.

Una vez cliquemos en él, podremos ver los tracks que tenemos en la nube, modificarlos, eliminarlos y añadir otros tracks de otros lugares para que siempre, podamos acceder a ellos en cualquier lugar (siempre y cuando tengamos conexión a Internet y BaseCamp).

Nube Garmin 2

Como veis podemos almacenar muchísimos tracks (perdonad por borrar los nombres de éstos pero creo que tiene que haber cierta confidendialidad y anonimato sobre mis datos personales) así que no está mal el almacenamiento en la nube, y más, hoy en día.

Tracks en general

Cuando usemos nuestro dispositivo, como bien sabemos, podremos activar la opción de ir grabando un track. Este track lo podremos guardar bajo el nombre que queramos e ir generando y guardando otros.

Estos tracks se irán almacenando en nuestro Dakota y podremos verlo de una manera más cómoda desde BaseCamp, dentro de la carpeta de «Almacenamiento Interno»:

Track Actual

En este caso se trata de un track actual. A partir de aquí, podremos editar el nombre, editar la ruta y moverlo allá donde queramos que esté (por ejemplo en la nube), entre otras muchas más opciones (ahora no tan importantes por comentar).

Cuando cliquemos en la ruta, obtendremos el dibujo de la ruta sobre nuestro mapa introducido en BaseCamp. Además, haciendo doble clic podremos acceder a diferentes opciones y perfiles de nuestra ruta. A continuación os muestro las tres pestañas básicas:

Pestaña 1: Propiedades

Perfil 1

En esta parte podemos acceder a datos relativos al resumen de nuestro track, tiempo invertido, velocidad, y datos relativos a la altura. También tenemos acceso a los diferentes puntos guardados de nuestra ruta, útiles para editar y crear nuevas rutas.

 Pestaña 2: Gráfico

Perfil 2

Podemos ver la evolución de nuestra ruta en cuanto a desniveles superados.

Pestaña 3: Notas

Perfil 3

Este apartado es libre, en la misma imagen si la abrís, tenéis una descripción para saber qué obtener en esta pestaña.

Ver nuestras rutas en Google Earth

Si tenéis algún mapa instalado, observaréis que la ruta la podéis seguir a través del mapa topográfico, pero que no existe una opción satélite para poder hacer un seguimiento mucho más claro.

  • Existe la opción de BirdsEye la cual nos permite obtener imágenes de satélite pero bajo un precio de suscripción. Así que no es una opción muy recomendable.
  • Existe la opción de usar archivos JNX que podemos obtener de Internet. Es una buena opción porque a partir de estos archivos podemos ver la ruta como si tuviéramos activada la subscripción BirdsEye. Esta opción está bien pero se debe saber dónde buscar y qué buscar y de momento no os puedo ser de mucha más ayuda.
  • Por último, existe la opción de usar el programa Google Earth. Deberemos tener instalado el programa Google Earth y luego en BaseCamp dirigirnos a:

Earth

Esperaremos a que se nos abra el programa y que nos cargue la ruta. Ahora ya podemos navegar con las imágenes típicas de satélite que nos ofrece Google.

Y con esto…

Y con esto amigos, llegamos al final de nuestro manual sobre BaseCamp y también al final del manual de uso del principiante del Dakota 20.

Espero haber tratado los temas con claridad y haber proporcionado un extra de ayuda que en ciertos momentos yo no pude tener.

A partir de todos los pasos explicados simplemente queda explorar más a fondo todas las opciones de Dakota y configuraciones. Como bien comenté, el uso que le estoy dando actualmente al Dakota es el de seguimiento de rutas o simplemente como entreno, pero existen, entre otras opciones, el tema del geocachés (búsqueda de «tesoros»), que puede ser interesante conocer.

También, sobre el software BaseCamp, deciros que existen muchas más opciones, y la creación de rutas es algo también importante. Utilizando las herramientas de dibujar track, borrar puntos del track, dividir, cortar… Podremos llevar a cabo la creación de rutas personalizadas. Ahora bien, antes de meteros en ello, os incito a que practiquéis seguimientos y os habituéis a seguir rutas en mapas topográficos.

Así que nada más, ante cualquier duda o sugerencia no dudéis en utilizar los comentarios.

¡Nos vemos en la próxima!

 

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